Añoro a mi tonto oficial. En
mi barrio siempre hubo un tonto. Le decíamos tonto en plan cariñoso, todos le
conocíamos y algunos nos parábamos a verlo venir esperando su reacción y
charlar con él. Aguantábamos su monótono tema de conversación, pero sabíamos
que disfrutaba con eso. En el agujero negro de su mente siempre se creyó que
era conductor de autobús de línea pública, le compraron ropa parecida a la de
los chóferes y una bolsa negra donde llevaba su almuerzo preparado con cariño
por su madre. Tenía más de 30 años. Nos decía siempre lo mal que estaba el
tráfico, los sueldos, los jefes, el compañerismo en su trabajo y la injusticia.
Daba gusto verlo cantarle las cuarenta a más de uno, cuando nadie de nosotros
se atrevía, fruto de su libertad de mente( por separado de-mente. ) Él, desde su ficticio mundo, nos
devolvía a la realidad que vivimos. Cada vez que lo oía dudaba, porque no sabía si era realmente tonto....Lo invitaban a los cumpleaños, a las bodas,
comuniones y también se le echaba de los partidos de fútbol del barrio porque no
pasaba nunca la pelota.